Si insisto en que Espinosa es mi preferido de la literatura uruguaya actual, hago bien. Cada libro que leo me confirma esto.
Este tiene una particularidad: una primera parte, narrativa y una segunda en verso estilo culterano. Pah! sí, Espinosa puede hacerlo.
La primera parte me resultó muy interesante, una forma de narrar en que tiempos y espacios se van acercando.
Espacios: Nueva Helvecia y Vergara
Tiempos: actualidad y final de la dictadura o quizá no tan final, entre el 81 y 84.
Algo de esto ya tomaba en Arañas de Marte, pero ahora en un relato casi autificcional, cuenta la historia de un aspirante a poeta, oriundo de Vergara, su ingreso a la Facultad de Humanidades cuando había examen de ingreso, su relación con otros devenidos hoy escritores y todos bajo el apelativo Gustavo.
Por otro lado un productor de la zona lechera, cuyo establecimiento se incendia y cobrando el seguro se va para Vergara, con esposa e hija. Esta última embarazada.
Mas o menos por ahí la anécdota, pero me resonaron las referencias de época, un momento que viví con la misma edad que el autor y en la misma Facultad, salvo que yo iba a Ciencias y nunca pinté pa poeta.
Hay muchos apuntes al lenguaje y referencias al vergarense. Para entender algunos términos recurrí a mi referente la lic. Andrea Barreto, nacida y criada en la misma ciudad de Vergara. Pero para mi asombro debió hacer consultas que terminaron siendo evacuadas, mediante audio de whatsap, por un historiador de la zona.
Leer tiene eso, crea redes, siempre es mejor leer con otros.
La segunda parte, la leí con extrema dificultad, pero me ayudó que la Profe Burgueño, nos iniciara en Góngora el año pasado en su taller.
Leer Gustavo Espinosa, se ha vuelto un deleite y espero que siga escribiendo mucho tiempo y mucho más.
Comentarios
Publicar un comentario