Escucho un programa de radio: Oír con los ojos. Intento seguir leyendo mientras escucho. No puedo, es que hay una escritora que no conozco y que me está seduciendo con su voz, su locuacidad, su intensidad. Nombra a Leila Guerriero y a Herzog. Entonces, dejo mi lectura y me entrego absolutamente a escuchar. Anoto lo que cita, los libros que nombra. Es sábado. El lunes voy a la librería le pregunto a Juan por el libro de Leila: Zona de obras.
Me distraigo y me olvido de Herzog. Termino llevando uno de Ursula LeGuin y otros para nada relacionados con el de Carolina, pero sí me llevo El resto del mundo Rima
Lo leo con avidez, con absoluta voracidad.
A los pocos días llega una invitación de la Red de Clubes de Lectura para tener un encuentro con la mismísima autora. En una librería nueva Amazonia y donde íbamos a compartir lectura y sabores porque el convite venía con brunch.
Me inscribí sin dudar. Era la oportunidad de compartir mi pasión lectora, escuchar otras lecturas, ver la escritora en persona, en cuerpo presente.
Por supuesto que fui. Llegué temprano, me fui a caminar un ratito y volví al lugar de encuentro.
Una casa antigua, con una escalera de madera, salones con libros, cafetería y un patio bello con muchas lectoras y un par de lectores. Pocos conocidos, pero todos nos sabemos lectores y compartimos la intimidad con el mismo libro. Suficiente para que el ambiente fuera cordial y con gran expectativa. Si sumamos a Joana, con su fuerza y simpatía, sabemos que el encuentro era ya un éxito.
El libro:
Es la historia de dos sobrevivientes en un accidente de tránsito: Andrés y Julia.
Ninguna relación entre ellos.
Andrés tiene una pierna amputada y está bajo custodia policial porque participó en un asalto.
Julia no sabemos bien por qué fue a dar allí, pero no ha tenido lesiones importantes.
Poco a poco vamos desovillando las historias. Conocemos la infancia infeliz, dura, de Andrés.
La vida común de clase media de Julia, no logramos entender por qué hace lo que hace: esconderse dentro el hospital, tomar un armario como albergue. Es una especie de fantasma de la ópera pero la escena es en un centro de salud no en un teatro.
Andrés es mellizo de Ernesto quien murió en el accidente. Fue víctima e violencia por parte de su madre, está enamorado de Fátima y es un lector intenso. La lectura lo ha salvado.
Cristina, la bibliotecaria del barrio, es quien lo ha salvado, le ha brindado compañía. se involucra, le brinda bibliografía que lo ayuda a salir del miedo y la mediocridad. Es la bibliotecaria que yo hubiera querido ser.
Pero más allá de la anécdota, la trama voy a detallar los puntos que más me llamaron la atención:
1. descripción de personajes muy bien delineados, vamos enterándonos de la historia de cada personaje sin abundar demasiado y presentando capítulos que bien podrían ser relatos independientes.
2. nombra libros, películas, música. Referentes de época, que hace que nos internemos más en la historia, incluso transcribe pasajes de libros como El juguete rabioso
3. el lenguaje de cada personaje lo representa muy bien. Cuando Julia habla de la transformación del vocabulario de su madre al cambiar de status social. Por ej. dice chicos y no gurises
4. la estructura de la novela no es lineal, eso permite que el lector participe más activamente en la construcción de su lectura. Incluso hay variaciones en el narrador que no es ninguno de los personajes, pero el narrador a veces está mas cerca y otras más lejos de la historia
5. me hizo revisar libros que tenía leidos y disfrutados como Juguete rabioso y El hombre de arena.
6. tiene ironía y humor. Se soslaya alguna crítica de la sociedad burguesa sin sentido. La madre de Julia y sus amigas que se reunen a tomar té y comparar mermeladas
Y como dice el título, me ha pasado siempre sentir que el resto del mundo rima y yo ni rimo ni afino.
Claro siendo una señora mayor he logrado encontrar mi lugar en el mundo, los clubes de lectura, los lectores somos gente diversa pero apasionada con la lectura y en mi caso, una lectora extrema.
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