Hay libros que busco, con desesperación. Cada tanto alguna señal vuelve a recordarme que tengo que leer ese libro. ESE libro.
En momentos en que no encontraba consuelo, la lectura, como siempre fue refugio. Es mi modo de pensar y pensarme: leer.
Plath para mí era una especie de mito. Conocí alguna de sus poesías, compré un libro con ilustraciones de ella y un cuento ilustrado.
Además de uno muy divertido: Las camas.
Pero quería la Campana. Sabía que leyendo ese libro podía entender mejor a la mujer más importante de mi vida, porque el amor no alcanza, hay que pensar, hay que reflexionar, hay que escuchar.
Empecé la lectura, con la idea de que me iba a conducir por caminos tortuosos, sin embargo, el inicio es disfrutable, con muchos toques de humor. Con una prosa simple que no reitera, que cuenta, que narra con la voz de una mujer muy joven. Una mujer que quiere ser poeta, que es poeta, ve el mundo con ojos inocentes pero intensos.
Narrado en primera persona, por Esther, una joven que gana una beca para trabajar un mes den Nueva York en una revista femenina. En un hotel para mujeres, convive con otras jóvenes que están interesadas en la moda, en conseguir un esposo adinerado y poca cosa más. Ella sospecha que la gran ciudad puede ofrecerle otras cosas. La primera parte de la novela, narra su vida y convivencia en Nueva York, así como nos vamos enterando de su vida personal, su familia, su enamorado. Son los años cincuenta y el inicio es con la condena de los Rosemberg. Condenados a la silla eléctrica por comunistas.
Reflexiona sobre qué se siente "la idea de que te puedan electrocutar me asquea..."
El regreso a casa es la caída, padece una profunda, aguda depresión. La idea de autoeliminación es permanente.
Se suceden entonces internaciones y terapia de electoshock.
Eso la deja peor, sin voluntad ni siquiera para leer. Se siente dentro de una campana de cristal.
El dolor que sentí al leerla , fue intenso, física y emocionalmente. Pero aun así, sentí el placer de leer un buen libro, de leer sin parar, de sentir desolación al llegar al final. Eso es para mí un buen libro.
Agradezco a Sylvia la poesía, las palabras, la compañía y el consuelo.
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