Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela
Que al hombre que lo desvela
Una pena estrordinaria,
Como la ave solitaria
Con el cantar se consuela.
Así da inicio Martín Fierro, obra emblemática de José Hernández.
Esta novela, la de Cabezón Cámara, es la historia de la China, esposa de Fierro. De ella no sabemos mucho, ni el nombre sabemos, entonces esta historia nos completaría lo sucedido a la mujer que dio hijos a ese gaucho desventurado.
La autora le da nombre: Josefina. Inspirada en Josefina La China Ludmer una escritora argentina que se ocupó del El género gauchesco
Esta es una novela de aventuras. Una joven La China, escapa, en su camino se encuentra con Liz una escocesa que va en una carreta en busca de su marido quien como Fierro fue capturado por la leva.
La prosa tiene un ritmo una cedencia poética. Repleta de imágenes que nos hacen hasta oler el paisaje. Es el clásico viaje del héroe. Ella sale siendo una jovencita ignorante y va creciendo gracias a su avidez de conocer. Se entera de que hay un mundo. Existe Londres con máquinas humo, gente vestida con trajes extraños, hay trenes, hay mares, hay máquinas. Existen otras lenguas, otros mundos. Con Liz conoce también el placer. El placer de saborear alimentos y el placer carnal, el éxtasis sexual.
La novela nos permite también conocer bien la historia de los gauchos, los indios, las torturas que inflingen a los nativos y a los rebeldes en nombre de la civilización. El disciplinamiento que permite construir la nación Argentina.
Alguna referencia: El amor de Martín Kohan aquí
Y para mayor placer hay muchas lenguas que se entrelazan, se crean palabras, se hacen nuevos lenguajes.
El final es hermoso. La llegada al paraíso. Un paraíso que se ve eterno. Sabemos que en la realidad no existe pero la lectura nos lo hace veraz y eso es digno de mi agradecimiento.
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