Este fue el libro elegido por los extremos gracias a la mediación de Débora. Como suele ser su característica, la coordinadora del mes, mi cómplice, fue muy creativa y desarrolló un juego donde abundaban papeles plegados, frases, colores. No participé del mismo, porque no fui al evento. Pero los compañeros que sí participaron aplaudieron entusiastas la modalidad. Es que cada extremo es un mundo y cada uno elige qué quiere y la forma de hacerlo.
Este año el gran Bradbury cumple 100 años.Y no digo en condicional porque es obvio que el querido Ray es inmortal. No sé si eso influyó en la preselección de nuestra compañera o se debe a su gusto personal más allá de las efemérides.
Mi experiencia con este autor data de mi preadolescencia. Mi padre nos regaló a mi hermana y a mí unos cuantos libros del rey de la ciencia ficción. Tengo sospechas que era el gusto de nuestro progenitor lo que lo llevaba a elegir sus obras como regalo. Bueno, de todos modos entiendo que fueron muy buenos regalos. Nos acompañaban en fines de semana, vacaciones y lecturas nocturnas que causaban la advertencia: "apagá la luz que mañana hay que madrugar"
Este libro: El vino del estío, no lo había leído. Es una estrategia, algunos autores que disfruto mucho, no los leo completamente, me reservo uno o dos libros para ...no sé para otro momento. Pero lo tenía. Sí. Un día lo encontré en una mesa de libros usados en la peatonal Sarandí. Compré este y El país de octubre, por lejos el que más me gusta de Bradbury. Por apenas 200 pesos me hice de estas maravillas literarias.
Me gustan los libros usados, miro sus hojas gastadas, busco señas, marcas. En este ejemplar hay una firma: María Noemí 10-03-70
La tapa está suelta y es de editorial Minotauro con la tapa que puse al inicio.
Es la historia de Douglas. Sus vivencias en el verano de sus trece años. Es una novela pero el formato es muy particular porque cada capitulo puede considerarse bastante independiente. Hay algunos personajes que se repiten, sobretodo Tom su hermano de diez años, a quien le gustan los datos numéricos de todo, llegando a la obsesión.
Hay otros personajes como Jonás que viaja en en carro cargado de tesoros que son desechados por unos y amados por otros. También Madam Tarot, una figura de cera, especie de autómata que adivina el futuro y que Douglas decide liberar. El tranvía, la máquina verde, la máquina de la felicidad y hasta la del tiempo, son cosas que nos detallan con gran detalle y por momentos mucho humor.
El humor, la ironía, son permanentes en su narración, pero siempre, la poesía.
Hay aromas, colores, texturas, tan pero tan bien expresadas que las podemos sentir sin dudar.
El capítulo referido a la abuela que al ser visitada por la tía Rose cambia su modo de cocinar, es entrañable. Me hizo recordar y extrañar la cocina de mi madre adoptiva en Tranqueras. Un gabinete de creación de maravillas exquisitas.
Hay nacimiento, hay muerte, pero muerte como experiencia de vida.
Creo que tiene algo de cuento tradicional, donde el héroe pasa de la niñez a la adolescencia, llegando a madurar a lo largo ese verano que se saborea con el vino del estío fabricado con el abuelo gracias a la abundancia de dientes de león y que cada día tiene una botella para recordarlo. El verano en que se dejan las botas para usar zapatillas para correr y subir árboles y cruzar cañadas.
También hay brujas, asesinos, suspenso.
Este libro es inolvidable. Sería una pena que alguien en el mundo se quedara sin leerlo.
Salud Ray, por otros 100 años contigo!
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