Una escritora que tenía pendiente y que por casualidad llegó ahora y con una novela que me cautivó.
La palabra es cautivar porque la leí con entusiasmo y sin poder dejarla. Tuve que pausar su lectura para que durara más. Esas cosas que los lectores hacemos cuando un libro nos enamora.
Esta novela viene a ser casi autobiográfica. Nos va contando su vida desde lo más íntimo y personal y vamos creciendo con la narradora capitulo a capitulo. Ese me parece uno de los puntos de interés del libro.
Empezamos con Cristina muy pequeña y vamos conociendo poco a poco su familia, sus gustos, su curiosidad y una personalidad diferente , firme con una seguridad de niña. Parecería que desde sus primeros años decide ser escritora y rechaza las impisiciones de género.
Su infancia no fue fácil, un padre violento y apático. Una madre sumisa que cuando la reprende le dice que es igual a su padre y eso, obvio, causa mucho dolor.
La historia de sus bisabuelos venido en barco de Génova y cómo mueren jóvenes dejando una numerosa familia, me pareció maravillosa, intensa. Con toda sinceridad expresa que hay huecos, que hay cosas que la familia no quiere contar, que hay silencios. Quizá esos silencios son los que la llevan a escribir, como forma de dar la palabra a lo que se calla.
Habla de amores, desamores, gustos literarios y musicales. Un tío soletrón y misógino que tenía una biblioteca muy nutrida y que ella devoraba sin autorización. Alguien que admiraba pero que no le respondía de la misma forma, quizá porque para él expresar cariño a una niña no correspondía.
Los hombres son siempre marginales, el padre casi ausente sobretodo desde el punto de vista afectivo, un tío arrogante, quizá el más afectuoso era el trabajador ferroviario que le permitía ir en la locomotora en la estación donde un tío era el jefe.
Las mujeres en cambio son nombradas y descritas al detalle, su mamà que tenía los ojos violetas, su abuela que era muy parca y que explicaba que las cosas son así como son y no se discute, sus tías abuelas solteronas muy católicas y hacendosas, la tía maestra que le hacía todo un cuestionario para ver cómo alimentarla.
Sabemos que no le gusta comer y los detalles son muy graciosos, pero nada ajenos a la infancia de cualquier niño: los pollos tienen pelos, la carne tiene sangre, los pescados te miran porque no le sacan los ojos.
Hay un pasaje en que nos habla de los desaparecidos, por ser un tema que me compromete lo transcribo:
Abducidos por un poder omnímodo, los desaparecidos no estaban ni muertos ni vivos, entraban en un circulo del infierno inmombrable y sin contornos: ausentados violentamente de su realidad cotidiana, dejaban un agujero negro, un espacio vacío, que nadie ni nada podía llenar.
Ella no tuvo otra que salir del país para no ser apresada, torturada y quizá ....
Pero la novela cronológicamente nos narra su infancia y adolescencia. Sus primeros amores, sus pasiones y deseos.
Hay un recurso de repetir frases que llamó mi atención. Creo que produce un efecto de afirmación de esa personalidad. Cosas que siente y piensa desde pequeña y que permanece en el tiempo.
En el final nos cuenta de un libro que descubrió en la biblioteca de su tío. Ese libro la ha vinculado con distintos amores: Nena querida de William Saroyan.
Así que dos cosas: seguiré leyendo a Peri Rossi y buscaré Nena querida.
Y claro, lo más importante agradecer a Inés Ham por su generosidad al prestarme este libro.
http://casaeditorialhum.com/libros/la-insumisa/
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