Como adicta a la lectura, además de leer libros, comprar libros, prestar libros, buscar libros, veo programas sobre libros. En el programa LIBROTECA de Eugenia Zicavo, me encontré con esta periodista Leila Guerriero, me impresionó su forma de hablar, clara y sin grandes aspavientos. Sabe lo que hace y ha desarrollado una literatura de no ficción muy buena. Digamos que escribe crónicas, perfiles y lo hace muy bien. Pero no es el tipo de libros que yo leería habitualmente. En esa entrevista hablaba de un libro: Los suicidas del fin del mundo, que por mi historia personal me interesaba mucho leer. No ha sido posible, aun no lo conseguí. Buscando ese libro, me ofrecieron este. Como uno de los capítulos trataba sobre Yiya Murano, una señora que envenenó tres amigas, compré el libro se lo regalé a mi cómplice que es muy afin a los asesinos seriales. Por supuesto que Débora demoró en leerlo. Pero apenas lo hizo le fascinó y me lo dió para que yo lo disfrutara. Pero quedó ahí. En esta situación horrenda de la pandemia, una de las cosas que decidí y logré fue leer los libros que me prestaron, los que tenía empezados, los que tenía pendientes. Lei entonces a Federici, Bodoc, Bojunga, Andruetto, Alcoba, Este lo iba dosificando una crónica por noche. Algunas las leí varias veces: la que refiere al equipo forense argentino y el de la Patagonia.
Estas crónicas y perfiles que fueron publicados en distintos medios abarcan personajes y temáticas muy variados. Primero los capítulos en que describe determinados personajes: un mago manco, un médico que imita a Freddy Mercury, los forenses, una chica apropiada en la dictadura argentina y que fue recuperada, un grupo de musica experimental liderado por un Down, la señora Yiya Murano,.
También incluye personalidades del mundo periodístico: Pedro Henríquez Ureña y Homero Alsina Thevenet y el artista Facundo Cabral.
Todos los perfiles los escribe con tanta maestría que resulta entretenido, intenso, no le falta ni le sobra palabra alguna.
La segunda parte del libro son temas sobre escritura periodística, discusiones sobre temas que le resultan importantes en su labor, casi todas corresponden a charlas que dio en distintos puntos del universo. Esta segunda parte nos da pistas de cómo escribe, de su propia vida, de su historia, incluso lo que para ella es ser mujer.
No he conseguido el libro que me llevó a encontrarme con Leila. Pero en esos capítulos finales en que habla de su escritura, trae un fragmento. Obviamente porque era un tema muy complejo, dificil escribir sobre adolescentes que se quitan la vida en una misma ciudad, sin tener un partrón en común. Siempre buscamos un por qué a estas cosas terribles. Transcribo:
"En los días de viento y eso es casi siempre, en Las Heras no se puede salir a la calle. En esos días puertas y ventanas trepidan con temblores frenéticos, y los habitantes permanecen encerrados, sitiados por el aullido de esa fuerza maligna. Madres y novias, hermanos y amigos de los suicidas hablaban con odio y con temor de eso que doblegaba a la ciudad con alaridos de bruja y la envolvía como un presagio ominoso: el viento, decían, es peor que nada: peor que la soledad, peor que la distancia, pero que el fío y que la nieve"
Y yo disfruté leer a Leila, también el viento me produce un miedo muy muy intenso.
Hice clic al azar en una de tantas entradas y apareció esta, justo ahora que tengo este libro en la cabecera y lo voy desgranando. Grande Leila. Gracias Rose! Tengo mucho para leer en tu blog
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