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Para encontrar un tigre : la aventura de leer / Gustavo Roldán

Estuve en Còrdoba. Fuimos con Débora al encuentro anual de CEDILIJ.
Tuvimos la suerte, la honra, la dicha, la felicidad, de ser recibidas en la casa de Rubén López.
Desde la llegada nos instalamos en lo que Dvetach definió como estado de poesía.
Hay gente muy especial, solidaria, sencilla, talentosa, generosa, Rubén es eso y más y hemos sido bendecidas con su amistad. Así que disfrutamos montones, aprendimos muchisimo.
El estaba preparando el taller que dictó en la jornada, sobre lectura en voz alta enfocada en los textos de Gustavo Roldán. Así que tenía muchos libros del autor a mano.
Uno era precisamente Para encontrar un tigre: la aventura de leer.
Así que lo fui leyendo intercalado con Cacería de Andruetto y uno de Carlos Fuentes.
Lo terminé en una mañana. Confieso que ya lo habia leido, pero estas cosas se deben releer.
No encontré nada muy diferente a lo que vengo elaborando pero es un buen libro, sintetico y condensado con lo que es la aventura de leer.
Por eso agradezco que se me haya cruzado en el camino y leerlo fue un placer.
Nos cuenta su propia aventura: cuando le contaban cuentos, como empezó con las historietas, y terminó siendo un avido lector.


Estimados visitantes, hace unos años una amiga, Érika Campos, fue a Argentina a un congreso en Catamarca, y como sabe de mi pasión por los libros, por la lectura, y por fomentar ese gusto, me trajo de regalo este libro del cual comparto una reseña que elaboré. Espero les sea útil.

Acá pongo una reseña, porque estoy perezosa.

Para encontrar un tigre. La aventura de leer

Roldán, G. (2011). Para encontrar un tigre. La aventura de leer
Comunicarte, Córdoba. 127 páginas


Dentro de la vasta obra de Roldán encontramos este libro titulado Para encontrar un tigre. La aventura de leer, en el que presenta reflexiones, consideraciones, sugerencias en relación al cómo debe ser abordada la literatura infantil en las aulas, al cómo debe conectarse a los niños, niñas, adolescentes con la actividad de leer.
Ciento diecinueve páginas dan cuenta de la posición de Roldán en torno al trabajo con, en y desde la literatura infantil (LI), a través de subtítulos sugerentes va dejando en claro una invitación a renovar la forma de asumir el trabajo con la LI en las aulas, en las plazas, en los hogares, a la orilla de una playa, al pie de una montaña, bajo el cobijo de las estrellas. En las subsiguientes líneas comentaremos las ideas, que a juicio de quien reseña la obra, son las más relevantes de cada uno de los apartados en los cuales este argentino procura contagiar del entusiasmo por la LI.
Apuesta a la palabra en unas pocas líneas este notable escritor argentino deja al descubierto dos de las ideas que irá retomando a lo largo del texto, una de ellas la importancia que da a la palabra dicha, a la historia contada; y la otra es la literatura como expresión de la humanidad. Nos parece importante destacar una frase de Roldán que resume estas ideas: “a los hombres no nos queda sino usar la escritura, apenas un remedo de esa forma perfecta que es la voz, la música de la voz, diciendo un poema o contando una historia” (p.10). En este primer apartado retoma toda la historia del ser humano en torno a la palabra, desde que el Señor con su palabra creo, hasta como el hombre a través de la palabra escrita ha ido creando mundos, personas que acompañan y emocionan. Como éste retoma esa palabra escrita hecha profecía poderosa llevando a los seres humanos a rasgar sus vestiduras al inicio de un nuevo milenio (tanto en el 1000, como en el 2000) y pensaran en el fin del mundo, en enmendar los errores, y en que la palabra es “un arma eficaz para ayudar a cambiar el mundo” (p.10).
Escribir para chicos, en este apartado da por sentado una inquietud que mueve a quien reseña este texto, y es el hecho de la percepción que se tiene de la Literatura Infantil y de quien escribe para niños. A pesar de existir un premio Hans Christian Andersen, de reconocer el aporte de los Hermanos Grimm y de Perrault, muchos de los entendidos en literatura dejan de lado la importancia de esta rama. Se queja, se duele del lugar que ocupan los libros para “chicos, generalmente faltos de la legitimación que merecen tanto en academias como en universidades” (p.11), pero a pesar de esto sigue apostando al poder de la palabra y al impacto que ésta tiene, que cala, se queda en el alma, en el recuerdo.
El día de la aventura, se muestra como una disertación que apunta a responder por qué leer literatura, se ha dicho que los niños, los jóvenes son dados a las aventuras, a asumir riesgos con más desparpajo que los adultos que se van ocupando de cosas importantes, que van en busca de la felicidad, y pareciera que ésta se va alejando a medida que se va tras ella. Una buena aventura, un riesgo, una prueba puede estar atrapada en las líneas de un libro, y allí, al toparse unos ojos con la aventura, con la magia, con el poder de la palabra que se transforma en alfombra voladora, en tigre de bengala, en fondo del mar. Recuerda al mismo tiempo este escritor argentino que no siempre los libros estuvieron al alcance de todos, hubo un tiempo en el que no todos podían leer, sin embargo, parece paradójico que en la actualidad aún se persista en alejar a los chicos de los libros sobre la base de que los dañarán.
En muchos de los textos denominados clásicos de la LI se encuentran los ritos de iniciación, esa prueba ritual que se debe superar “para terminar una etapa y poder crecer” (p.17), afrontar los miedos, superar acertijos, vencer al mal son aventuras que sin duda van fomentando en quien las lee, quien las vive, quien las supera, el deseo de “querer imponer la justicia y cambiar el mundo” (p.19)
Instrucciones para bajar la escalera, un poco jugando con el cuento de Cortázar busca plantear las instrucciones para leer un libro, esas que nunca o muy pocas veces se han dado en las escuelas. Recorre el aprendizaje de la lectura desde la decodificación, el deletreo, el descifrar sílabas, palabras, frases…pero sin profundizar en la comprensión, en el establecer el poder de la palabra y como ésta cambia de significado en un texto de geografía y en una poesía. Echa de menos que no se propongan unas instrucciones que permitan interpretar los silencios, lo no dicho en el texto pero que cada lector es capaz de ver, descubrir. Dice textualmente Roldán: “Entre otras cosas nos enseñaron que los cuarenta alumnos debíamos comprender lo mismo y repetir al día siguiente la misma lección bien aprendida. Y a memorizar el mismo poema.” (p.25)
Un texto es abordado desde la integralidad del lector, es decir, desde lo que sabe,  cree, valora, lo que ha experimentado, por lo que como dice este chaqueño: “Tampoco nos enseñaron que la página de cierta novela que leíamos el 24 de marzo podía ser distinta a esa misma página leída años después…La página era la misma, pero la relación establecida entre el texto y el lector era otra” (p.25)
En este mismo apartado nos deja un concepto de leer que bien vale la pena difundir, ya que consolidad, a nuestro modo de ver, lo que debe considerarse al momento de enseñar a leer, ya que desde la definición que le demos a esta actividad, desde allí se diseñarán las estrategias, se seleccionaran los cuentos, los poemas, los juegos.
Leer es una operación que usa todos los ingredientes del mundo que nos rodea, que leemos de cierta manera porque somos producto de un medio, de una situación, de un momento histórico, de una historia personal. (p.25)

El lugar de los cuentos, nos pregunta Roldán en este apartado es ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Meternos antes de tiempo a empujar a los chicos para que lean? ¿Para que lean qué? ¿Tal vez insistir tanto, o de tal forma para que los chicos desconfíen? ¿Tal vez porque demasiadas veces les damos libros infantiles pensando que eso es literatura infantil? La invitación que realiza en este apartado luego de preguntar y repreguntar ¿qué significa leer? Es a vivir la LI como un juego, una aventura, el niño no necesita que nadie le explique las bondades de andar en bicicleta, o lo entretenido que puede ser treparse en un árbol, sin embargo, no propiciamos espacios, momentos para que descubran que “leer puede ser una bellísima aventura” (p.28). Tal parece que muchos adultos, maestros, padres, han propiciado “experiencias con los libros que hayan llevado a muchos chicos a sospechar que los espera el aburrimiento” (p.28).
Los caminos de la palabra. En este apartado el autor nos propone dos ideas fundamentales. Una de ellas es la presencia del humor en la LI, esa irreverencia de la risa, del desparpajo, la ironía que permite tratar temas difíciles de tal forma que se hagan más manejables y comprensibles. La otra idea que propone, una vez más, es el poder de la palabra para cambiar al mundo, y el humor como expresión para lograrlo.
Deja ver como un texto de LI puede contener todos los elementos que no sólo permitan que los niños, niñas, adolescentes disfruten de la actividad sino que vayan construyendo un entramado mental, emocional que le facilite la distinción de esos  valores que le permitirán luchar contra la injusticia y contra los malvados. “Quizás no sea una intención consciente, LI no sólo despiertan la comprensión del mundo que nos rodea, acrecientan valores sino que permiten aprender las mañas de los malvados para “pelear mejor, no para volvernos iguales” (p.36)
La cultura de la pobreza. Recuerda en este apartado como en la LI en clásicos como Las aventuras de Tom Sawyer y las aventuras de Huck Finn, se recuerda la riqueza de la pobreza, sin someter la libertad a la mentalidad de mercado o la necesidad impuesta por la publicidad, de tal forma de recuperar a través de la lectura valores, criterios de vida que van más allá del tener, poseer, necesitar.
La punta del ovillo. He aquí un dilema, por dónde iniciar, o dónde está la punta para iniciar. Parece que para el autor, al igual que para quien reseña, la respuesta está en la magia de la palabra hablada, del cuento contado, leído en voz alta, jugando con tonos, silencios, ritmos. Narra su experiencia y el desarrollo de su conciencia literaria a través de los cuentos que le contaba su madre, a partir de allí aprendió qué cuentos le gustaban y cuáles no, pero al mismo tiempo retoma dos ideas ya trabajadas: aprendizaje de la lectura-comprensión y la importancia de la oralidad. En palabras textuales de Roldán:
Porque las palabras, antes de la escritura, eran sonidos, eran música. Eran esa melodía que nos alegraba o nos entristecía, dándole fuerza al perfume de las flores, al color y al canto de los pájaros, a la tristeza del abandono, a la alegría del amor…durante muchísimos siglos la mayoría de los hombres no sabía leer. Después, mucho después, todos- todos es un decir- aprendimos a leer, y como proceso de perfeccionamiento, aprendimos a leer solamente con los ojos. (p.47) (resaltado de quien reseña)

Incorpora acá su opinión sobre el uso del diccionario, sí bien importante, pero limitante ya que deja sin considerar el significado de la palabra asociado al contexto, a la enunciación y al acto de habla. Por lo que “rescata la magia del poema o del cuento leído en voz alta, o contado” (p.47)
Historia de negros. Inicia plasmando la hipótesis de que todos provenimos del grupo de africanos que decidieron dejar su tierra y “desparramarse” por el mundo, esto fue posible gracias al surgimiento de la palabra, a través de la cual pudieron comunicarse, expresarse y planear el desplazamiento. Una vez más afirma el poder de la palabra como medio de transformación de realidades.
¿Y si cambiamos la historia? En apartados anteriores Roldán aludía al hecho de que los autores dejaban ver su ideología en las líneas y entrelíneas, acá propone el cambio de historia, no precisamente cambiar el final del cuento como una estrategia de producción textual sino, un cambio de conciencia en el cual se desnaturalicen las percepciones de pobreza, de riqueza y de que ambos grupos siempre han existido y por lo que deben seguir existiendo; cambiar la historia tomando posición, un punto medio entre el progreso modernista que de alguna manera mantiene la diferencia entre ricos y pobres, la desigualdad y la exclusión, y una posición que sólo cambie el nombre de los excluidos, o que promueva una igualdad hacia la pobreza. Es hora de cambiar la historia, generar espacios de justicia, de real igualdad.
Un espacio para construir. Insiste a modo de terminar convenciendo al lector que la forma de cambiar al mundo es a través del poder de la palabra, pero no de cualquier palabra, sino de aquella que conmueve, que está preñada de intuiciones, “de fuerzas casi nunca definibles, de entusiasmos y odios y amores, y que, aunque lo sepa, está abriendo espacios para la solidaridad, para la dignidad, para la esperanza. Y eso, en buen romance, significa querer cambiar al mundo” (p.63). Por eso a lo largo de este apartado además propone buscar un lugar, un espacio para la literatura, un lugar para las palabras, “un lugar para la imaginación, para los cuentos, para la poesía” (p.62) como forma de influir en ese cambio, y como forma de lucha en contra de los poderosos.
Barbazul – La puerta prohibida. A manera de analogía nos recuerda el autor el cuento de Barbazul, dándole al libro el valor de llave, de puerta prohibida; no hay manera de salir ileso de un libro, un buen libro. Su texto nos marca, sus personajes influyen, permiten encontrar respuestas o formular preguntas, la lectura de buenos libros pueden volver a un lector en alguien peligroso, alguien que piensa por sí mismo, que decide, que imagina y que es capaz de escribir otra historia. Por eso Roldán se manifiesta en contra de la lectura veloz, de los concursos que premian a quien lea más rápido, al respecto dice: “La literatura, el arte en general, exige un tiempo que está implícito en el propio texto, en la melodía de un poema.” (p.68).
Del lado de los indios. Una vez más desde su experiencia el autor nos narra cómo fue incursionando en la literatura, sus primeros pasos fueron de mano, o mejor dicho de boca, de los contadores de cuentos del pueblo chaquence en el cual creció; luego en la escuela se encuentra con libros para aprender a leer, historia y geografía. Más adelante conoce las historietas y luego descubre las bibliotecas y las librerías, estantes repletos de libros, libros buenos y libros malos, de aventuras y otros aburridísimos. Pero fue formando su gusto por la literatura, por los libros, de la oralidad a la escritura.
Escribir en época de crisis. El inicio de este apartado está colmado de dolor, quizás hasta de cierta negatividad al describir nuestros tiempos en términos de “violencia, …donde impera la voz de los corruptos, de una inconcebible mafia que se adueñó de todas las formas del poder, un tiempo de injusticias y de miseria, de egoísmo y mezquindad. Un tiempo en el que la prostitución de la palabra ocupa el lugar de la verdad y la justicia” (p.75), por eso promueva la actitud de quien escribe como el encargado de plasmar en sus líneas los argumentos para cambiar al mundo y hacerlo más justo. Buscar en la literatura el ejercicio de la libertad, de lo mejor de la condición humana. (p.79). promueve una literatura que tome partido, que denuncie, que transforme, sin que escape de esta opción la LI.
Escribir para chicos con todo lo que requiere la buena literatura pero incluyendo valores como dignidad, solidaridad, justicia, libertad, de tal forma que ese escrito al encontrarse con el lector pueda servir de puente hacia una nueva y mejor realidad.
La aventura de leer. La aventura de leer comienza en una experiencia grata en torno a la lectura, reconocer que un libro es “una llave, una puerta” (p.86), lo importante de esta aventura es de cuántos libros se disponga sino de lo que se hace con ellos.
La mirada del escritor. Según este autor la mirada del escritor debe ser crítica, moral, que promueva la justicia, la igualdad y la vida en real democracia. Otro aspecto al que hace referencia Roldán es al hecho de la brecha que se abre por el acceso a los libros, para unos es un lujo, otros se acercan a las bibliotecas, pero habría que apuntar qué libros se encuentran en ellas. Los niños, las niñas, los adolescentes tienen el derecho a leer de todos los géneros y decidir cuál prefieren, pero quizás en las bibliotecas encontraremos sólo los títulos que otros deseen que lean. Nuevamente los libros son llave, son puerta, abren o estrechan las brechas. De igual forma retoma la idea de la diferencia entre la alfabetización que se hace en la escuela, vuelve a preguntar ¿pero aprendimos a leer?   
El cuestionamiento y el conformismo. Inicia el apartado soñando con el encuentro entre quienes producen obras literarias, quienes enseñan y quienes analizan para llegar a acuerdos, cuáles caminos se cruzan y entretejer cómo será percibida la LI, retoma además la idea de trabajar los grandes temas o temas para grandes en la LI, de tal forma de formar a través de la LI. Textualmente expone: “Claro que en los cuentos o en los cuentos o en los poemas no están las soluciones, pero está la posibilidad de descubrir pensamientos más abiertos, con más propuestas, más llenos de posibilidades y de dudas” (p.98)
La censura del mercado. Contrasta en esta sección la censura impuesto por la economía de mercado, qué se vende, a quién se le vende, con la decisión de promover la aventura de leer y transformar las experiencias de los chicos en torno a la lectura, propone que los “libros deben estar en el rubro recursos escolares” (p.105) la LI como vía para lograr la libertad de pensamiento, la creatividad, mientras que en algunos colegios en nuestro país se promueve la prohibición de pedir libros, se unifica la dotación y la variedad queda para la biblioteca, sometiendo a la LI a un nuevo tipo de censura.
Los buenos y los malos. Aquí ya no habla de libros buenos y malos, en relación a la calidad literaria, al tema o a lo consolidado de sus personajes, sino que alude a la presencia de la maldad, y la lucha sempiterna entre el bien y el mal.
El texto escrito, ¿es un texto sagrado? Acá da cuenta de la opción de adaptar el cuento para ser contado, leído, respetando claro está el esqueleto del cuento, una cosa es variar el nombre de un personaje a variar al personaje, ya eso nos colocaría en la presencia de otro texto. Nos parece importante recalcar una mención que da cuenta del oficio de cuentacuentos:
“de alguna manera contar un cuento-cuando se puede, porque algunos se empeñan en ser leídos- es volverlo a su faz original, al estado primigenio de una historia, devolviéndole la música de las palabras, el manejo de los silencios, la gestualidad del rostro y de las manos. Nada más plausible y beneficioso para la literatura que proveerla de esos elementos que se pierden con la escritura” (p.112)

Los cuentos ruedan de boca en boca. Nuevamente hace mención a la importancia de la oralidad como elemento importante de la consolidación de LI y del acercamiento a la aventura de leer. Particularmente en esta sección propone una analogía que cautivo mi atención, libros como pájaros…”tal vez por envidia, tal vez como venganza por sus fracasos, algunos hombres inventaron la jaula para pájaros” (p.113), no sólo porque los pájaros son personajes de muchos cuentos de los que viajaron de boca en boca, de memoria en memoria, de tiempo en tiempo; sino porque los pájaros representan libertad. Y ya hacia el final insiste en la importancia de la historia contada.  
¿Y las malas palabras? Simplemente clasifica las palabras en palabras que nombran cosas buenas y palabras que nombran cosas malas.
Para encontrar un tigre. No siempre el libro nos lleva a una aventura, a una selva, a un bosque, a la lucha entre dragones, lo que pasó, si es que el libro no nos atrapó en una aventura para leer, es simplemente que nos equivocamos de libro. Quizás escogimos a un sapo normal y corriente, no a un sapo encantado…entonces ¿qué hay que hacer?, besar otro sapo, tomar otro libro.
De aquí en adelante se encuentra la bibliografía y la obra del autor, pero lo más valioso a nuestro entender de este libro es su planteamiento en torno a: (a) la importancia de la oralidad y de la actividad del cuentacuentos, (b) la LI como vehículo para cambiar al mundo, (c) la producción de texto de LI deben tratar sobre los temas que tocan los libros para adultos, (d) la escuela alfabetiza pero enseña a leer. Este último aspecto genera una actitud reflexiva ante la actividad personal como docente y formadora de docentes, de tal forma de propiciar espacios para compartir la aventura de leer.

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